He caído

Sólo tenía nueve años, dos meses y tres días.

Sólo he podido prorrogarle la vida un año desde que dio las primeras muestras de desfallecimiento.

Toda la vida peleando contra los vapores, las grasas, los agresivos productos de limpieza… Los doce últimos meses, una agonía silenciosa.

Uno de los electrodomésticos, de los que en peores condiciones trabaja, ha caído: la campana extractora.

No he podido ir contra el sistema. Las piezas de repuesto suponían los dos tercios del valor del producto nuevo.

Pero, ¿qué podía hacer? ¿Arreglar las piezas estropeadas? Imposible: ni medios, ni materiales. ¿Llevarlas a arreglar? En caso de encontrar algún sitio que se prestara a la reparación (aparte de la cara que me pondrían al ver el regalito), el tiempo que necesitarían dedicar a ello lo hace inviable.

No ha superado los diez años. He perdido por goleada. El consumismo me ha ganado esta partida.

Un saludo.

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