Sin bicicleta

Tendría 10 tiernos e inocentes años. Después de un rato de estar entreteniendo a buena parte de la masa corporal (léase sin cerebro, con escasa capacidad para el razonamiento) de este país, llega el momento de recibir los regalos. Habitualmente se entrega dinero en metálico pero con un decenio y muchas sorpresas por delante, los responsables optaron por regalos en especie, y  el presentador comienza a desenmascararlos: una videoconsola, un tablet, un ordenador portátil, un reproductor de DVD, otra videoconsola, un smartphone… Se pueden imaginar la cara de sorpresa y de felicidad de la criatura.

Antes se regalaban bicicletas, patines, balones de playa y sin playa, muñecos y muñecas, juegos de mesa y de construcciones y de experimentos, casitas (sin hipotecas) para las muñecas… y hasta libros. Se nos ponía la misma cara, disfrutábamos, hacíamos ejercicio, y creo que hasta aprendíamos a valorar mejor las cosas.

Siempre se ha hablado de la manipulación de la enseñanza. Del adoctrinamiento. Y permitimos que a nuestros hijos los emboben con todos los inventros tecnológicos existentes.

Todo en su justa medida.

Sólo espero que no vaya detrás Hacienda a buscar su parte.

Un saludo.

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